Desde hace más de 500 años, el patriarcado, racista y colonialista, ha visto a nuestras cuerpas como parte del saqueo y la dominación de los territorios indígenas. Con total impunidad, se ha apropiado de nuestros saberes y territorios, y nos ha despojado de nuestra cultura y espiritualidad. Hemos sido reducidas a la servidumbre doméstica, explotación sexual y exclavitud laboral. Uno de los principales actores en la planificación, justificación y prosecución de este proceso de genocidio y epistemicidio ha sido y es la academia.
Durante siglos los intelectuales del poder colonialista nos invaden con sus especulaciones, su indolencia y su racismo en una continua e histórica agresión.
En este presente, en que el movimiento feminista y transfeminista se ha convertido en un emergente político-social que no sólo interpela al patriarcado sino busca desintegrarlo dando importantes paso; nosotras, mujeres indígenas, todavía estamos luchando por ser reconocidas en nuestros derechos como humanas. Seguimos muy atrás en la amplificación de derechos. Muchos académicos han sido entronizados como redentores de los y las oprimidos por haber denunciado estas condiciones de sometimiento. Y con ello la academia ha lavado sus culpas como instrumento colonialista.
Esta farsa, sólo ha acrecentado la impunidad con la que esos «referentes académicos» continúan perpetuando lógicas misóginas y racistas. Tal es el caso del abuso sexual que yo sufrí en 2010 por parte de Boaventura Sousa Santos. Este aberrante acto no sólo tiene como responsable a este académico, sino también a la Universidad de Coímbra. No soy una solitaria víctima en esta historia. Llevo en mi cuerpo las heridas abiertas de generaciones de miles y miles de mujeres indígenas, que a lo largo de la historia colonial han sufrido vejaciones y violencias de todo tipo.
Recientemente, el centro de estudios sociales de la Universidad de Coímbra pidió disculpas a las estudiantes víctimas de Boaventura Sousa Santos y la solidaridad vertida por profesores y profesoras de distintas universidades para con las estudiantes fue inmediata. Por el contrario, mi caso como mujer indígena activista NO académica fue omitido, sin empatía ni acompañamiento.
Las universidades del mundo carecen de responsabilidad, respeto y reciprocidad con “sus objetos de estudio”: las mujeres indígenas. No existen protocolos de cuidado, con dispositivos de resguardo inmediatos y efectivos, como tampoco hay paridad en la reciprocidad con relación al aporte intelectual de las sabedoras indígenas que son convocadas como fuentes de información en sus investigaciones.
La academia, en particular la proveniente de los nortes y la blanqueada, nunca podrá redimirse por su complicidad con los crímenes coloniales, patriarcales, racistas y misóginos. Es tiempo de sanar desde la verdad, y construir un vínculo de auténtica aspiración a la elevación humana. No se estudia para ser mejores personas, debemos ser mejores personas todos los días en cada acto, estudiando los modos y formas de ser una mejor humanidad.
Esto que estoy trayéndoles a ustedes es una proclama. Desde mi lugar como mujer indígena activista hastiada del abuso académico, enfurecida con la indiferencia.
Proclamo:
- Que de manera urgente las universidades del mundo deben construir relaciones de RESPETO, RECIPROCIDAD Y RESGUARDO de la integridad física, emocional, espiritual y económica de las mujeres indígenas que contribuyen a la formulación y desarrollo de los proyectos de investigación académica.
- La eliminación de prácticas misóginas y racistas.
- La inmediata incorporación a las normativas y política universitarias de la
CEDAW #39 (Convención para la Eliminación de la Discriminación Contra la Mujer).- De ahora en más toda vez que una mujer indígena, o racializada denuncie delitos sexuales dentro de la academia, la comisión de investigación debe estar constituída por consultoras indígenas, afrodescendientes profesionales en perspectiva de género y antirracismo.
Finalmente les pido a todas ustedes que adhieran a este manifiesto, al mismo tiempo que quienes quieran pueden apoyar nuestro viaje a Coímbra, Portugal, en marzo de 2025. Una comitiva de seis mujeres viajará, conmigo incluida, a denunciar ante los tribunales portugueses a Boaventura Sousa Santos y a la Universidad de Coímbra por su complicidad y responsabilidad con los hechos mencionados. Conscientes de que las posibilidades de éxito legal son escasas, lo que nos motiva es terminar con la naturalización del abuso, el silencio y la resignación. Nuestro cuerpo como mujeres indígenas es sagrado y respetable como cualquier otro cuerpo, y la gravedad del abuso es la misma que han padecido las estudiantes del CES.
Desde Puelwillimapu,Territorio del Pueblo Mapuche, por justicia y libertad,
Marici Weu! Moira Millan.
Mapuche, weychafe y escritora.
#JusticiaParaUnaMujerMapuche Construyendo sanación desde la verdad. PROCLAMA Luego de intentos de silenciar a la weychafe Moira Millán, decimos ¡BASTA de violencia patriarcal, racista y colonial! — #Justiciaparaunamujermapuche (@jpumm_moira)